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03 septiembre 2011

Entonces lo grité, lo dije tan alto que olvidé eso que llaman vergüenza...
Fue abrir la boca y mis palabras salieron huyendo de mi hacia tus oídos que las esperaban.
Entonces, como algo raro e imposible de creer para muchos, una parte de mi, una parte que me veía desde fuera, sopló.
Tal fue la fuerza y la avaricia de soplar todo el aire del cielo que residía en ese momento y en ese lugar que ese grito tan anormalmente escandaloso y doloroso que recitaba mi otro yo voló.
Y efectivamente no, no llego a ti.
  LAS PALABRAS SE LAS LLEVA EL VIENTO.